sábado, 20 de febrero de 2010

Proyecto de mujeres en Caritas

Hola, después de tanto tiempo sin escribir nada os voy a contar algo acerca del proyecto que emprendí hace algunos años junto con algunas amigas. Se trata de un grupo de mujeres de Cáritas.

Entré en este grupo en un momento que estaba baja de ánimo y gracias a este grupo hoy me siento más reconfortada y querida por otras personas y por mi misma.

En este taller hacemos trabajos de manualidades, compostura, punto de dos agujas y punto de cruz, bordados, técnica de pintura en plástico, cristal y telas. Por ejemplo, en el mes de diciembre, en la cabalgata del Rey Mago Gaspar fue el director de Cáritas Diocesana y quería llevar en su carroza a niños que estuvieran vinculados con los proyectos infantiles que hay en las parroquias de algunos barrios de Sevilla. Así fue como nos propusieron a nosotras que confeccionaramos los trajes de los catorce niños que iban a ir en dicha carroza.

Este fue un trabajo muy especial y gratificante y os puedo decir con toda seguridad que todas nosotras nos hemos sentido muy satisfechas y agradecidas por habernos dado la oportunidad de colaborar con estos niños, ya que sabemos lo que ellos han disfrutado de ese día tan especial para ellos, lleno de ilusión y nerviosismo, incluyendo el nuestro propio, esperando el día de verlos en la calle y verles las cáritas de emoción que tenían.

En fin, esas cositas que nos sirven para aprender y, a la vez, aportar lo que ya sabemos. Nos sirve para comunicarnos con otras personas que están fuera de la unidad familiar y del propio entorno.

Nosotras tenemos nuestras charlas de autoestima, comidas, excursiones, etc. Esto nos sirve como distracción y, a la vez, como terapia comunicativa.

Hace un año aproximadamente me comentó una compañera que en la parroquia, debido a las bajas de otras personas, podía echar una mano en Cáritas Parroquial. Yo, desde el principio, estuve de acuerdo. Esto me ha servido para sentirme más humana, al saber de las necesidades que están pasando muchas de las personas del barrio, como jóvenes parados, emigrantes y familias completas. Todos solicitan ayuda para, por ejemplo, pagar facturas de luz, de agua, de comunidad, etc. Incluso, nos llegan personas con cartas de cortes de estos servicios, así como pagos pendientes de hipotecas, de alimentación o farmacia.

El día que es posible ayudarles nos sentimos reconfortadas, optimistas y con una sensación de bienestar en la mente y en el cuerpo muy positivo. Lo malo de todo esto es cuando la colecta del mes es baja y no se les puede ayudar lo que desde Cáritas quisiéramos, ya que la ayuda que nosotros podemos dar es el fruto de esa colecta que se recoge en la parroquia un fin de semana al mes. Si ésta es baja no se puede hacer frente a las necesidades que nos demandan. Cuando esto ocurre y hay que explicar a todas esas personas que no hay dinero, o no lo suficientes para cubrir sus necesidades, o ni siquiera alguna de ellas, salimos desconsoladas e la oficina.

Y no queda ahí la cosa. Estando un día en el taller, me propusieron ir a Cáritas Diocesana, al departamento de acogida, para ser voluntaria. Este departamento realiza un servicio de atención y conocimiento de las personas y sus problemas individuales y sociales. Evidentemente, acepté con mucha ilusión.

Mi trabajo en Cáritas Diocesana consiste, fundamentalmente, en dar información sobre dónde puede una persona obtener las ayudas que necesite. Es decir, se deriva a cada persona a la Cárita Parroquial que le corresponda, o bien a comedores sociales, centros de acogidas, cursos para jóvenes o emigrantes, etc. Incluso, hay casos en los que las personas que visitan Cáritas necesitan, tan sólo, hablar y ser escuchadas; siendo ésta la única necesidad que solicitan. En estos casos, para estas personas, saber que hay alguien que les escucha es ya suficiente y, en mi caso, esta labor es muy digna y humanitaria. Así pues, agradezco enormemente a Cáritas el permitirme prestar ayuda a quien la necesita y por darme la oportunidad de trabajar como voluntaria.

Con esta labor paso mis días incluyendo, por supuesto, las labores de la casa, que no son pocas. Y como ya sabéis, también dedico mi poco tiempo libre a mi afición favorita y que no es otra que la lectura.

Y creo que no tengo nada más que contaros. En realidad, sólo me queda deciros que estas labores son de lo más emocionante que puedo sentir.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Me ha emocionado mucho!
¡Eres muy especial!
Un abrazo
Maricarmen

Mila dijo...

Quisiera saber quien es ese anónimo que me ha mandado varios comentarío en mi blog gracias

Trinidad dijo...

Hola Milagros

Sólo quería manifestarte mi admiración por la labor que haces y por como has sido capaz de proyectarte fuera de tu entorno para encontrar tu sitio y no quedarte relegada a tus tareas cotidianas como muchas mujeres hacen en tu situación.

Todo este trabajo que haces me parece muy reconfortante y me gustaría el día de mañana en que yo pudiera tener tiempo libre hacer algo parecido.

Así, que sólo decirte nuevamente, Mila eres admirable.

Besos.

Trini.

pd. El trajecito ¡PRECIOSO...!